En días pasados fuimos testigos de un suceso mediático muy significativo, en el que quedó más que claro el papel de los grandes medios corporativos, e incluso de los medios públicos y hasta de algunos de los más influyentes medios autonombrados “independientes”, como factores políticos en la vida de la sociedad contemporánea en contra de sus audiencias y en favor del poder corporativo y de gobierno.

Es harto conocido y discutido el poder de los grandes medios corporativos occidentales, sobre todo en Estados Unidos y Europa —y por supuesto en México—, pero poco el de los medios independientes y aún de los medios públicos que alguna vez fueron referentes. Hoy se articulan para hacer avanzar agendas políticas a nivel internacional.

Se trata de la publicación del periodista Tim Golden en ProPública, medio que se presenta a sí mismo como “una redacción independiente sin fines de lucro que produce periodismo de investigación con fuerza moral”. La misma información fue publicada el mismo día por el periodista Steven Dudley, codirector y cofundador de InSight Crime, “un centro de pensamiento y un medio de comunicación sin ánimo de lucro que […] fusiona el periodismo de investigación con el rigor académico”. Para mayor sorpresa, el mismo día, pero pocas horas antes, Anabel Hernández publicó la misma información en el medio público alemán Deutsche Welle. 

Sorprenden varias cosas. Primero, los tres informan sobre una investigación de la DEA que señalaba que la campaña de Andrés Manuel López Obrador recibió dinero del narco. Una acusación desechada por falta de pruebas por las mismas autoridades que la iniciaron. Es decir, se trata de una nota sin nota, un sinsentido periodístico. 

Es revelador que haya sido Anabel Hernández quien se “adelantara” a los otros. Anabel cobró fama por publicaciones en las que develaba información que sólo podía provenir de fuentes oficiales, específicamente de la DEA. Durante años ha hecho afirmaciones y acusaciones de las que asegura tener pruebas fehacientes sin publicarlas, apelando a su “credibilidad” como periodista. No se pretende que revele sus fuentes. Pero sí que pruebe sus dichos. El colmo es que el medio público alemán se sume a la diatriba y tenga a Anabel Hernández como analista estrella sobre México. La deriva política de gobierno alemán es palmaria.

¿Por qué, entonces, dos medios que se definen a sí mismos como independientes y de  “investigación”, con un público muy amplio y diverso, publican al mismo tiempo una información sin sustancia ni aporte a su audiencia? Es claro que la sincronía de su publicación tiene sólo finalidades políticas: la de presionar al gobierno mexicano y aportar al discurso opositor elementos de coyuntura en México. De su lado de la frontera, abona a la criminalización de la migración que cobra ímpetu en su propio proceso electoral.

Obviamente, el tema fue abordado en la conferencia mañanera del Presidente. Obviamente, el mandatario acusó de falso el señalamiento y de ser un montaje político. Llamó a Tim Golden difamador, de ser cercano a Carlos Salinas —es decir, tener interés político—. Pero sobre todo, acusó a la DEA y su gobierno de atacarlo políticamente en el contexto electoral.

Golden se defendió diciendo que él no afirmaba nada y sólo daba cuenta de la investigación realizada entonces. No aclaró el porqué de publicarla si había sido desechada y no aportaba ninguna información dura o actual relevante. Después, Anabel Hernández, en una entrevista con Julio Astillero, se descompuso a gritos y descalificaciones contra su entrevistador, sin salir de su consabido guión: “tengo pruebas”, sin mostrarlas a la audiencia. 

Para seguir con el enredo, el editor de ProPublica, Stephen Engelberg, reveló lo que se sospechaba desde el principio: la publicación en sincronía fue a solicitud de la DEA y en acuerdo con InSight Crime. Dijo, además, que al enterarse de Anabel Hernández se había adelantado, ambos medios cambiaron rápidamente sus textos: se añadió el nombre del “informante” del que surgió el infundio, un conocido testigo protegido totalmente desacreditado en casos relacionados con García Luna.

Es decir, dos medios y una “periodista” que se ufanan de hacer “periodismo de investigación” porque se consideran “contrapesos” del poder en realidad siguieron la pauta de la oficina del Departamento de Justicia más corrupta de todo el aparato de seguridad norteamericano. Recordemos que el año pasado el director de la DEA en México, Nicholas Palmieri, fue defenestrado por tener ligas con narcos de Miami. Recordemos, también, que su actual directora, Anne Milgram, está siendo investigada por corrupción hoy. No hace 18 años. 

Cabe decir que hace poco AMLO tuvo una disputa con la directora Milgram por sus afirmaciones exageradas y calumniosas sobre el narco en México. Que, al igual que Hernández, no pudo demostrar. La decisión presidencial de limitar al máximo las actividades de la DEA en México seguirá siendo la piedra de toque de su papel político hacia nosotros para recuperar la preeminencia que tuvo en el gobierno de Fox y, sobre todo, con Calderón y Peña. 

Tampoco es casualidad que el “independiente y sin fines de lucro” InSight Crime sea un think tank financiado por Open Society, la fundación de George Soros, promotor de golpes de Estado “de colores” (rosa y naranja, de preferencia) por todo el mundo. Desde Serbia hasta Egipto y desde Ucrania hasta Kirguistán. Ahora hace de vocero de la DEA contra el proyecto político del presidente López Obrador. Y, sobre todo, como arma de presión contra su sucesora, Claudia Sheinbaum. 

El proceso electoral es el mejor momento para una ofensiva política mayor de la mano de la oposición. No en balde quienes dirigen el Frente opositor se han centrado en exagerar la situación de violencia en México. Es el eje del discurso de Xóchitl Gálvez en el extranjero. Tampoco es casualidad que el viaje de Gálvez a EUA haya comenzado el día de la publicación del bulo de marras. Y que en España se haya reunido con grupos racistas y xenófobos reunidos por Felipe Calderón. Los medios corporativos mexicanos dieron por cierta la acusación. Y a pesar de haber sido desmentida de inmediato, continúa como cantaleta mediática, y continuará, como aquella de “la mamá del Chapo”.

La agenda política globalista antipopular se expresó en esa tríada simultánea de propaganda política disfrazada, bastante mal, de información. No será la última ni la más grave. De lo que se trata es de ensuciar lo más posible el proceso electoral, mediante un discurso que vincule a la Delincuencia Organizada con el proceso electoral.

Para sus promotores la candidatura de Xóchitl Gálvez es meramente testimonial. Saben que es imposible que gane. Y su intención es presentar su derrota como resultado de una “elección de Estado”, un “Estado” infiltrado por el narco a través de las campañas electorales. Lo grave, sin embargo, no es tanto la manipulación propagandistica, sino que la violencia les resulta operacional en su objetivo. Si no van a manchar, al menos, van a tiznar el seguro triunfo de Morena y su candidata en junio.

Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de Capital 21 o C21Noticias