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Opinión

Elección popular de jueces en el mundo

¿Qué lecciones puede aprender México de las votaciones populares de jueces en el mundo? Los casos de Bolivia y Kenia

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México decidió votar a  más de 1400 cargos judiciales, jueces, magistrados y ministros en 2025, se trata de un proceso novedoso e inédito en el mundo.  Pero, ¿cuáles son los ejemplos más cercanos a la elección popular de jueces en otras partes del mundo?


El caso más parecido se encuentra en América Latina. ​​ En 2011 Bolivia se convirtió en el primer país del mundo en elegir jueces y magistrados mediante voto popular, como parte de un proceso impulsado por el gobierno de Evo Morales para democratizar el sistema judicial y reducir la influencia de las élites.

Dicha novedad se dio después de la refundación del Estado en la promulgación de la Constitución política del Estado en 2009 y pasaron de ser la República de Bolivia.

Establecieron a nivel constitucional que cuatro órganos del Poder Judicial se eligieron por voto popular; estos son el Tribunal Constitucional Plurinacional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Tribunal Agroambiental y el Consejo de la Magistratura.

Pero la ciudadanía no confío demasiado en el ejercicio: de poco más de 5 millones de empadronados, el 42.34% fueron validos .

Para la politóloga boliviana, Valeria Duarte, la elección de jueces en principio significa un aumento de la participación ciudadana para ejercer derechos políticos, “si bien hubo mucha aceptación también es cierto que hubo mucha incertidumbre por cómo iba a funcionar esta dinámica“.

En ambas elecciones han habido más votos nulos que favorables a los candidatos (42% en 2011 y 53% en 2017).

Duarte tiene una explicación a esto: la campaña mediática de la derecha para desincentivar el voto. “Trataron de deslegitimizar mucho el proceso electoral a través de la desinformación… porque la oposición sostenía que estas elecciones no deberían ser válidas y se hizo una campaña mediática muy grande por el voto nulo“.

Bolivia, un Estado de derecho frágil

De acuerdo con el índice de derecho 2023 elaborado World Justice Project (WJP), donde se califica de 0 a 1 el Estado de Derecho más fuerte, México tiene una calificación de 0.37 en justicia civil y ocupa el lugar 131 de 142 países evaluados. Mientras que en justicia penal ocupa el lugar 132 con una calificación de 0.26.

Calificación de México en materia civil 2023. Vía WJP
Calificación de México en materia penal 2023. Vía WJP

En el mismo índice ubica a Bolivia en el lugar 140 en justicia civil y 141 en justicia penal.  Además, en el índice histórico general de adhesión al Estado de derecho Bolivia pasó de tener una calificación de 0.41 en 2015 a 0.37 en 2023; por lo que se ubican en el lugar 131 del ranking general.

Ranking general que ubica a Bolivia en el lugar 131 de los países con Estados de derecho más fuertes.

Ante el cuestionamiento de que los datos evidencian que el sistema judicial boliviano no mejoró con el voto popular, la politóloga considera que “no solo es el acceso a elegir jueces y magistrados sino que también hay una serie de reformas que tienen que existir en el estado desde las reformas a nuestros códigos penales“.

Porque okay, tú eliges a tu juez pero las reglas siguen siendo las mismas, entonces ¿qué tipo de dinámica judicial es la que tienes? Sigues teniendo las mismas reglas de juego, si bien eliges y puedes prevenir cierto tipo de corrupción o conocimiento entre una élite judicial de antes aún no estamos cambiando el sistema judicial en su totalidad“, advierte Duarte.

La reforma más radical desde la Revolución Comunista

Para Tim Ginsburg, especialista en derecho internacional y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, el caso mexicano es algo nunca antes visto y al hacer memoria no duda en decir que “es la reforma judicial más radical que se me ocurre, tal vez desde la revolución comunista”.

Pero cuando se le pregunta por casos que hayan combatido la corrupción de los sistemas judiciales menciona un caso poco conocido: Kenia. El país africano tuvo una reforma democrática a principios de este siglo y una nueva Constitución en 2010.

Una de las cosas que propusieron era lo que llamaron “investigación de antecedentes” (vetting). Se creó la Junta de Jueces y Magistrados  establecida por el Gobierno de Kenia como resultado de la Ley de Investigación de Jueces y Magistrados, un proceso mediante el cual se determina la idoneidad de un juez o magistrado en ejercicio para continuar prestando servicios en el Poder Judicial.

Vetting significa “hacer que todos los jueces se sometan a un proceso donde su historial es examinado muy de cerca para asegurarse que no cometieron violaciones a derechos humanos y que no fueron corruptos “, dice Ginsburg, quien platea esta experiencia como ejemplo para el caso mexicano.

De acuerdo con el World Justice Project, Kenia pasó de una calificación en adhesión al Estado de Derecho de .45 en 2015 a .46 en 2023, ocupando el lugar 101 de la clasificación general. Mientras que México ocupa el lugar 116 y pasó de una calificación de .47 en 2015 a .42 en 2023.

Además, en el apartado de ‘ausencia de corrupción’, el país africano se ubicó en solo 3 escalones arriba de México que se encuentra en el lugar 136 de 142, le sigue Bolivia en la posición 137. Por el contrario, Dinamarca se encuentra en el primer lugar.

¿Qué lecciones puede aprender México de elecciones populares de jueces en el mundo?

“Apropiarse de la participación, apropiarse de la democracia y politizar a la gente que si se necesita”, responde Valeria Duarte luego de dos procesos electorales en Bolivia.

Por otro lado, una de las lecciones sobre el voto popular la dejó Estados Unidos, donde pasaron a elegir jueces en algunos estados a finales del siglo XIX en una época donde tenían un Poder Judicial corrupto, que con el tiempo se estabilizó, hasta colocarlo entre los 30 Estados de Derecho más fuertes.

El profesor Ginsburg apunta que una de las cosas que sucede últimamente en Estados Unidos es que en tiempos de elecciones los jueces que son votados responden más a las demandas de ciertas políticas; por ejemplo, es más probable que dicten la pena de muerte.

Pero en este sistema también ha habido casos de corrupción judicial “porque tienen que conseguir el dinero para realizar estas elecciones y la lógica de las elecciones es que hay que responder a la gente“, resalta el profesor de la Universidad de Chicago.

Finalmente, Ginsburg reconoce que el problema de la reforma al Poder Judicial es que “es una forma de pensar y abordar el problema a muy corto plazo porque estás haciendo una reforma permanente a la constitución mexicana, y en un futuro podría haber otra fuerza política que esté del otro lado y entrará y elegir a los jueces que desharán todas estas valiosas reformas que harán ahora“.

Este texto es original y no ha sido modificado. Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de Capital 21 o C21Noticias

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Terror a domicilio

El martes 17 de septiembre cambió radicalmente la seguridad de las personas en el mundo. Israel inauguró un nuevo capítulo en la guerra

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Por: Alberto Schneider

El martes 17 de septiembre cambió radicalmente la seguridad de las personas en el mundo. Israel inauguró un nuevo capítulo en la guerra, al utilizar como arma de guerra en Líbano un dispositivo de uso masivo que cualquiera puede tener. El terrorismo de Estado adopta una nueva modalidad: convertir a ciudadanos comunes en bombas.

Desde su fundación, Israel ha atacado a Líbano de múltiples maneras. Una de las más terribles fue en 1982 cuando se apoderaron de una franja de territorio libanés como “zona de seguridad”. Esa ocasión atacó con su ejército y con las Falanges Cristianas maronitas y del Ejército del Sur de Líbano, sus aliados: la masacre de Sabra y Chatila. En cuatro días los cristianos atacaron varios barrios de Beirut y más de 3,500 personas fueron asesinados a mansalva. Mientras los falangistas arrasaban, el ejército israelí cortaba toda ruta de escape a los pobladores. 

En este contexto se crea Hezbolá, la milicia chií o chiíta, con respaldo de Irán. Desde entonces no han cesado los enfrentamientos y las avanzadas israelíes sobre territorios libaneses. Es hasta el año 2000 que Israel se retira del territorio ocupado hasta las fronteras designadas por la ONU, pero continuaron las hostilidades con ataques y escaramuzas, asesinatos selectivos, sabotajes y terrorismo, hasta octubre del año pasado. 

El 17 de septiembre todo cambió. Hasta ahora, la guerra en todos sus frentes se había desarrollado con armas “convencionales”. Es decir, si bien la tecnología ha permitido que las armas sean cada vez más efectivas, potentes y devastadoras, seguíamos viendo aviones, tanques, cohetes, rifles, granadas y demás pertrechos, tal como los hemos casi desde la primera guerra mundial.

Ya no más. El martes 17 la guerra dio un giro muy relevante para entrar en una nueva fase, como lo admitió el general en jefe de las Fuerzas de Defensa Israelí. Alrededor de 3,000 beepers o buscapersonas, presuntamente comprados por Hezbolá, estallaron simultáneamente en el Líbano. Estos aparatos, considerados por muchos como obsoletos frente a los teléfonos, siguen siendo útiles en situaciones difíciles. El mayor mercado en el mundo está relacionado con servicios médicos de urgencias, equipos de rescate, emergencias, bomberos y otros; en situación de guerra, son aún más útiles. Muchas de las víctimas pertenecen a estos sectores.

Al día siguiente estallaron cientos de radios portátiles de dos vías, conocidos como walkie-talkies. Se reportan también radios en automóviles, páneles y baterías solares, aunque no hay confirmaciones definitivas. Por lo pronto, el saldo es de más de 30 muertos (dos niños) y cerca de 4,000 heridos. Para terminar el trabajo, desde el jueves 19 Israel ha realizado el más intenso bombardeo sobre Líbano en la historia, con la misma lógica de Gaza: arrasar.

La guerra se expande e inaugura una nueva modalidad de terrorismo de Estado. Si bien Israel no ha reconocido explícitamente la autoría de los atentados, el comandante de las Fuerzas de Defensa Israelí, Joav Galant, felicitó a sus fuerzas por la efectividad de sus acciones y anunció que tiene otros “recursos” más. 

Por su parte, el fabricante taiwanés Gold Apollo, propietario de las patentes de los modelos de beepers o buscapersonas que estallaron, anunció que los modelos usados están descontinuados y que vendió derechos de uso a una empresa en Hungría, BAC Consulting. Anunció, también, que demandaría a Israel por el mal uso de sus productos. El gobierno taiwanés ha requisado la empresa y anuncia investigaciones exhaustivas. El daño a toda su industria electrónica -su fortaleza- es inmenso. La empresa japonesa que produce los radios portátiles que estallaron también ha iniciado acciones legales.

Sin embargo, aún no es del todo claro cómo se realizó este atentado. De acuerdo con el New York Times, BAC Consulting, es una empresa fantasma creada por el Mossad, con sede en Hungría, que manipuló los dispositivos antes de enviarlos al Líbano. Afirma, también, que se crearon al menos otras dos empresas fantasma para ocultar la verdadera identidad de las personas que crearon los aparatos. 

Otra posibilidad, como apunta el exagente de la CIA y propietario de ZeroRisk International, Tony Loughran, en entrevista para el medio CNA de Singapur, es que alguna empresa del Mossad haya intercambiado los embarques en algún punto de su traslado. Afirma que, como en otros muchos sectores, agencias de inteligencia operan empresas, principalmente de servicios, para llevar a cabo operaciones encubiertas. Lo que sí parece estar confirmado hasta el momento, es que las baterías estaban cargadas con tetranitrato de pentaeritritol (PETN, por sus siglas en inglés). Un material explosivo muy potente, que se activó mediante un código enviado como mensaje. El artefacto es siniestro por varias razones.

Por un lado, la baja mortalidad del atentado indica que está diseñado no tanto para matar, sino para dejar a las víctimas con secuelas de por vida. Al timbrar, las personas toman el aparato para leer el mensaje y les estalla en las manos cerca de la cara. La mayoría de las víctimas -médicos, enfermeras, bomberos, niños y personas comunes– perdieron manos, brazos, ojos y parte de la cara. Otros más sufrieron graves heridas en hígado, riñones, bazo, estómago e intestinos por traer el beeper en la cintura. Con los radios los daños fueron en cara y manos. Como dije, más de 4,000 heridos, la enorme mayoría de ellos civiles sin un vínculo claro con Hezbolá, que recibe un golpe tremendo.

Pero más allá de la tragedia, el hecho de que los atentados se hayan realizado con un aparato de uso civil abre una nueva etapa en la concepción de lo que es la guerra. La facilidad con que cualquier persona sea no sólo un blanco sino una amenza oscurece aún más el panorama. En estos atentados terroristas se usaron cargas explosivas, pero se podrían usar armas químicas y biológicas. Nada lo impide. Estados Unidos y Gran Bretaña ya han usado armas nucleares -Japón; Serbia, Irak y Ucrania (uranio empobrecido)-, armas químicas y biológicas -Cuba, Irak, Siria, Congo y Sudán, para mencionar algunas de las que más documentadas. Periodistas y médicos locales sostienen que el brote de polio en Gaza es parte de la guerra biológica de Israel.

Estos atentados no sólo abren la puerta a una nueva modalidad la guerra, el terror a domicilio. Sino que ponen en entredicho a la industria mundial de aparatos electrónicos y aplicaciones a distancia. ¿Qué confianza tienen los fabricantes occidentales si sus cadenas de suministros, tan diversificadas y descontroladas, pueden ser utilizadas para introducir este tipo de dispositivos?

Como vemos, estos hechos tienen repercusiones inmediatas en un enorme sector de la economía mundial -quizás deberíamos decir en todos los sectores. Cualquier persona puede ser no sólo un blanco, sino una amenaza potencial. Cualquier aparato electrónico es ya un riesgo, así sea un teléfono, una cafetera, un equipo de diálisis o un avión, por mencionar al azar aparatos susceptibles de ser intervenidos desde su fabricación o en su transporte y usados como arma. La multiplicación de las cadenas de suministro y sus innumerables intermediarios, bajo la razón del mero costo-beneficio, abre hoy una interrogante crucial. ¿Qué fabricante puede hoy garantizar al 100% la seguridad de sus productos?

La guerra económica, financiera y comercial contra Rusia y China ya ha tenido un enorme impacto negativo en empresas y países de todo el mundo, principalmente occidentales. Entre otras razones, dañaron cadenas de suministros y obligaron a redirigir compras y buscar nuevos proveedores (también a inventar vías para eludirlas). Los pedidos de Hezbolá coinciden con la aplicación de sanciones por parte de Estados Unidos. Sobre todo, a empresas chinas proveedoras de partes y componentes electrónicos, que fueron redirigidos a Taiwán y otros proveedores. Por supuesto, China ya anunció que realiza investigaciones a fondo de todos sus proveedores occidentales, lo mismo que ha comenzado a hacer un gran número de países árabes y asiáticos. El golpe es, sin duda, demoledor. El mundo es hoy mucho más inseguro que nunca.

Este texto es original y no ha sido modificado. Las opiniones expresadas por los columnistas son independientes y no reflejan necesariamente el punto de vista de Capital 21 o C21Noticias
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Cartas al Centro Histórico | Nueva crónica marxiana

“Tal vez, de esa fue la manera en la que, mitad destino mitad decisión propia, llegué hace algún tiempo a la Casa Manzanares. Un espacio centenario, de gruesos muros y largas historias”

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Hizo ya tiempo que se está colonizando Marte exitosamente, buena nueva. En 2010 se fundó la AEM (Agencia Espacial Mexicana) que tuvo en 2016 un presupuesto de más de 90 millones de pesos. El costo presupuestal de atender al compromiso para erradicar la pobreza extrema en México sería muchísimo más alto. Pero claro, siempre fue más fácil y divertido decir “estuvimos participando en la carrera espacial” que, “estuvimos erradicando la pobreza”. Además, México necesitaba tener satélites. Porque si no perdería dinero.

¿Combatir la pobreza? ¿Costo-beneficio? ¿Podría yo hacer algo en contra de la carrera espacial y/o la pobreza? Este tipo de reflexiones y otras algunas cuantas más, tal vez me condujeron por los caminos del teatro. El teatro me llevó al trabajo con el cuerpo y éste me paseó por los caminos de la acrobacia y los malabares. Después por los senderos de la docencia, la exploración y hoy de la escritura.

Tal vez, de esa fue la manera en la que, mitad destino mitad decisión propia, llegué hace algún tiempo a la Casa Manzanares. Un espacio centenario, de gruesos muros y largas historias, “primer casa habitación de la ciudad de México”; que pre pandemia, recibió a niños y niñas de casi todas las edades, vecinos del área de La Merced, aquí por el mero centro de la ciudad. Pero para mí se convirtió como una expedición a otro planeta puesto que era un área bastante desconocida para mí y para algunos más.

Día Cero: Me comentan.

—¿Quieres dar un taller? Es para niños.
—¿Qué tipo de niños?
—Creo que es en La Merced, hijos de las prostitutas y de los que atienden los puestos del mercado.
—Mmmm (pensé)… sí, claro que sí.

Recuerdo y trato de recordar, pero me es difícil. Llegaron unos mensajes. Claro, de una alegre mujer, redondita y de cabello chino color castaño que, por cierto, después me enteraría que es mi vecina. En ese momento ella era la encargada. Me contaba de los pormenores y, como ya era costumbre en 2019, se me hizo llegar la “ubicación” por “What’s”. A cambio me pedía tanto plan de trabajo, como CV y una junta en las instalaciones de la “Casa Manzanares”. La famosa “CASA MANZANARES”.

Día uno:

Aquel día de la junta, muy probablemente en abril o tal vez marzo, transporté mi persona en el “transbordador espacial subterráneo metro” hasta el Zócalo capitalino, de ahí tomé a pie por Corregidora y decidí dar vuelta en la “segundo callejón de Manzanares”, grave error, estaba por atravesar un pequeño hoyo negro, bueno, pero salí avante. Recordé que ese día no me pasó nada, pero me dio mucho miedo, eso sí. Y finalmente llegué, amarticé, me detuve frente a una gran puerta de madera en la mera esquina de la calle Manzanares, que es la prolongación de Venustiano Carranza en el primer cuadro de la ciudad y el “tercer callejón de Manzanares”.

Ya me había tomado el tiempo de revisar por la web alguna información. Parecía ser que era una casa tipo “Matusalén”, con más de 400 años de historia. Y al haber entrado yo quedé erguido ahí, contemplaba la casa, y tuve mi primera vez con ese maravilloso edificio. Dentro de esta primera exploración pude divisar por ahí, en medio del patio, una lápida de un “quién sabe quién”, que debe estar guardada. Recorrí todos los salones y dimensioné su pasado. Observé las paredes blancas que habían sido recién remodeladas. Había colonizado Marte.

Día dos:

Conozco a los maestros compañeros, a Emma, a Ximena, a Zudy, a Víctor, a Nare y a Max, entre muchos otros. Y prontamente me doy cuenta ante el reto de proporcionas “dantescas” que estaba frente de mí. De cierta manera yo era el marciano que exploraba una galaxia totalmente desconocida.

Día tres:

Me ahogo, me asfixio con la densa atmosfera de este relativamente hostil lugar, pero ya nos hemos acostumbrado, los chicos y yo, a la densidad de este planeta, la cual se nutre en el acto de quitarnos los zapatos para hacer nuestras acrobacias.

Día diez:

Comienzo a fluir con el espacio, nos hemos refugiado en el riguroso trabajo del salto de cuerda, que nos proporciona competitividad, atención y demanda de energía extrema.

Día cien:

Aquí es donde realmente aparece nuestro amigo protagonista de estas expediciones. Lo primero que resalta de él es su confianza y su manera de hablar.

—Hola profe ya se la sabe, aguante “vaaaara” maestro. Chale ¿No tiene 10 baros que me preste “maistra”? Es que no he comido. “Horita” organizo todo no se preocupe.

Un ser de mediana edad, tal vez 10 o 11 años, regordete y con los pelos de lanza, casi siempre con sudadera y las manos en las bolsas, definitivamente buena persona. No conozco a su madre pero tengo la impresión de saber quién es. Una señora que trabaja en una galaxia cercana, un mercado aledaño de puestos de belleza y cosmética interestelar. Una señora de grandes pestañas y proporciones amplias, grandes pestañas metalizadas dignas de las lunas de Saturno. Nunca me la han presentado, pero yo sé que es mamá de Max, no me cabe duda.

—Max, ten cuidado con el Bastón.
—Ay maestro como da lata.
—Ya basta Max, puedes lastimar a alguien.
—Ya profe ¿Por qué me quita el bastón? Démelo.

Entonces Max se abalanzó sobre mí con la finalidad de obtener el bastón antes confiscado, nada más que hábilmente y a velocidad supersónica tuve a bien evadirlo firme y contundentemente con la palma de la mano. No sé qué pasó, pero Max salió revotando y cayó en la superficie planetaria, en los cuadritos de fomi que recubren algunos de los salones. Evidentemente a cada acción pertenece a una reacción. La tercera de Newton.

—Hijo de tu “tal por cual”. Ahora si va a ver, ya te la pelaste carnal, le voy a decir a mi primo y se va a hacer cargo de ti, ya valió, ya valió neta.
—Ya cálmate, Max, luego hablamos.

Y me fui, al acabar mi clase, un poco triste y preocupado a mi casa, francamente angustiado. Pensando que ahora me había ganado mi “Bullying” personal o ¿sería yo el tal “Bullying”? Pensaba, más que sentirme en peligro, que ese pequeño niño ya no me iba a perdonar y que al contrario de cómo es planeado, en vez de apoyarlo lo estaba decepcionando. Cabizbajo y meditabundo, un poco taciturno, así es cómo pasó mi fin de semana entero. Pero llegó entonces el día de la nueva expedición, presentarme a mi clase de nuevo.

Día ciento uno:

Llegué con miedo, no por los primos de Max, sino por la agreste sensación de ser odiado por un infante. Entonces vi a Max y sin bacilar fui a querer conciliar mi problema, debo aceptar temeroso todavía.

—Maestro le pido una disculpa.
—¿Sí, de verdad Max, de qué?
—No pos, de ese día.
—Max, amigo, yo también te pido una disculpa, no te quise empujar, pensé que te habías enojado.
—Yo pensé que usted se había enojado, profe.

Entonces comprendí que Max y yo éramos iguales, humano y extraterrestre, extraterrestre y humano. Él tal vez también se fue a casa temeroso de perder un ¿amigo? que lo ha estado acompañando estos últimos meses. Entonces sentí como mi alma descansó y tal vez también haya descansado la de Max. Quién sabe, quizás no hace falta “colonizar” Marte, hace falta “colonizar” la tierra y nuestros corazones también. Gracias Max.

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Cartas al Centro Histórico | Mo…

“Pienso que un par de líneas no podrían dar cuenta de la vida de Mo, de lo crudo de su historia y de cada una de las veces que dejaba entrever con sus gestos todas las violencias que la atravesaban”

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—¿Cómo dices que te llamas?
—Mo
—¿Mo?
—¡Mo!
—¿Quieres una mandarina?
—¡Mo!

Conocí a Mo apenas dos semanas después de comenzar a trabajar en Manzanares. En aquellos días éramos a menudo rebasados por la cantidad de niñas y niños que llegaban a la casa debido a las vacaciones. Cada mañana, más puntuales para dejarlos que para recogerlos, los padres llegaban a Manzanares para entregarnos a sus hijos, despidiéndose distraídamente de ellos para después salir deprisa a sus lugares de trabajo.

Mo y su familia regresaban a la ciudad después de haber pasado una larga temporada en casa de su tía, creo que en el Estado de México. Entró corriendo con sus chanclitas rosas y con las manos sosteniendo sus pantalones, que siempre le quedaban grandes, se abrió paso entre un montón de niños que se arremolinaban alrededor de la bolsa de fruta que en aquel momento me encontraba repartiendo, empujó a un niño más grande que ella y le gruñó a otros tantos hasta que logró acercarse para exigir dos mandarinas.

—Mo, por favor no le pegues a Celia
—¡Mo!
—Espera tu turno para saltar la cuerda
—¡MOOOOOOOOOO!
—¡Maestro, Mo siempre quiere que le hagan caso!

Yo observaba a Mo mientras masticaba con sus mejillas rellenas de gajos de fruta y los ojos cerrados por el goce. En realidad, no sabía si ese era su nombre, pero desde el principio quedó claro que aquellas dos letras significaban muchas cosas en su mundo. Mo para pedir agua, Mo para decir su edad, Mo para avisar que quería ir al baño, Mo era también su frase más amistosa y la forma que tomaba su llanto. Con el tiempo, todas las niñas y niños se acostumbraron a llamarla Mo y a temer sus arrebatos de enojo, que después de un par de días ya eran su firma personal.

—¡Maestro! ¡Mo se volvió a comer mis papas!
—Mo
—¿Por qué dices eso? Se las pudo haber comido cualquiera, te dije que cerraras bien tu mochila.
—¡Pues lo digo porque Mo tiene las manos llenas de chilito, mire nomás maestro! ¡Castíguela!
—¡Mo!

La comida era siempre un tema delicado con Mo. Si alguien llegaba a descuidar sus alimentos durante el día, era probable que no volviera a verlos nunca más y encontraría, en cambio, un rastro de migajas y mochilas abiertas desperdigadas por el suelo. Por supuesto, muchas veces la encontré saqueando los cajones de la oficina, donde solíamos guardar algunas bolsas de golosinas que repartíamos como premios al final del día. Su barriga hinchada y su cara a la vez desafiante y tierna siempre delataban sus fechorías.

—¿Me ayudas a repartir la comida con los demás, Mo?
—¡Mo!
—¡Gracias!
—Maestro, ¿ya vio? ¡Mo está ayudando a repartir las galletas!

Pienso que un par de líneas no podrían dar cuenta de la vida de Mo, de lo crudo de su historia y de cada una de las veces que dejaba entrever con sus gestos todas las violencias que la atravesaban. No podría transmitir tampoco el miedo que me daba verla marcharse y no saber si la volvería a ver al día siguiente. La seguía con la mirada mientras ella corría hasta la esquina de la calle y se metía en la cantina disfrazada de lonchería, donde su madre trabajaba. Cuando pasaba por ese sitio al final de la jornada, siempre la veía llorando, jalando la pierna de su madre, sentada en medio de la acera, o en las piernas de algún extraño.

Dejamos de ver a Mo un día en que el mundo se paralizó y nadie pudo volver a salir de su casa. Durante algún tiempo supe, gracias a Moisés, el señor que cuida la puerta de Manzanares, que ella y sus hermanos iban todos los días al edificio con la ilusión de entrar, sólo para encontrarse con un portón cerrado y la promesa de que pronto regresarían los talleres. Pero sólo fueron algunas semanas, después no volvimos a tener más noticias.

Ayer regresé a Manzanares. Recorrí el camino con la mirada atenta, esperando encontrar algún rostro conocido o escuchar alguna risa familiar entre el barullo cotidiano de la zona. Cuando pasé al lado de la cantina no alcance a ver a nadie, si acaso algún viejo con la mirada perdida en su vaso de cerveza. Moisés me recibió con la noticia de que Mo y su familia se habían marchado a Oaxaca desde hacía dos meses. Nadie supo decir a ciencia cierta con quién se habían ido o quién los esperaba allá. Si este tipo de escritos exigieran un final apropiado definitivamente no sería este. Es por eso prefiero quedarme con el sonido de sus pasos corriendo en los salones y con las notas de su risa cuando se entregaba sin miedo a su infancia.

—Mo, ¿quieres construir una casa?
—Emma, maestro, me llamo Emma.

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